La lactosa es un azúcar de la leche y la intolerancia a la misma es relativamente frecuente tanto en niños como en adultos.
La intolerancia a la lactosa no es una alergia a las proteínas de la leche de vaca. Los intolerantes a la lactosa no son alérgicos sino que su aparato digestivo carece de la enzima capaz de asimilar este azúcar, de ahí que se recomiende a estas personas la exclusión de la lactosa de su dieta diaria. Pero el que no puedan tomar lactosa no quiere decir que no puedan tomar proteínas de leche o productos lácteos.
La prueba de intolerancia a la lactosa es sencilla y su duración aproximada es de 2 horas. Se realiza tanto en niños, a partir de los 3 años, como en adultos. Consiste en medir la curva de hidrógeno en el aire espirado tras una sobrecargar oral de lactosa.